GARGANTUA 85 rebro de alteraciones y perversas costumbres; por este medio, también Ponócrates le hizo olvidar todo lo que había aprendido con sus antiguos profesores, como hacía Timoteo con los discípulos que, antes de llegar á él, se habían instruido con otros músicos. Hecho esto, lo rodeó de algunos sabios que allí había, para por medio de la emulación, infundirle espíritu y deseo de estudiar de otra manera y hacerse valer. Después lo sometió á tal plan de estudio que no perdía una hora en todo el día y empleaba en educarse todo su tiempo. Se levantaba poco más ó menos á las cuatro de la mañana; mientras se aviaba, le leían una página de la Sagrada Escritura, alta y claramente, con pronunciación y entonación adecuadas á la materia; de esto estaba encargado un pajecillo de Basché, llamado , Anagnostes. Por efecto del sentido y argumento de la lección, muchas veces se arrodillaba á reverenciar, adorar y rogar al gran Dios, cuya majestad y maravilloso ingenio se revelaba en aquella lectura. Luego iba al lugar secreto para hacer excreción de las materias fecales; allí su preceptor le repetía cuanto le habían leído y le explicaba los puntos obscuros y difíciles. Al volver miraban el estado del cielo, para ver si había cambiado desde la tarde antecedente, y observar en qué signos entraban el sol y la luna.