RABELAIS Hecho esto, se lavaba, se peinaba, se acicalaba y se perfumaba, mientras Ponócrates le repetía las lecciones del día anterior; él mismo las decía muchas veces de carrerilla y presentaba casos prácticos, sobre los que discutían con frecuencia dos y tres horas; pero la discusión cesaba de ordinario cuando estaba por completo ataviado. Luego lo sometían á nueva lectura por espacio de tres horas largas. Después salían, y sin dejar de discutir, se iban á Bracque (i), y allí jugaban á la pelota, ejercitando así saludablemente el cuerpo como antes habían ejercitado el espíritu; dejaban la partida cuando lo creían conveniente: en general, cuando sudaban por todo el cuerpo ó se sentían fatigados; una vez que se hallaban enjugados y secos, cambiaban de camisa, y paseando despacio, se acercaban á ver si la comida estaba dispuesta, mientras tanto, se citaban con claridad y elocuencia los principios aprendidos de la lección. En esto, llegaba nuestro señor el apetito, y haciéndole los debidos honores, se sentaban á la mesa, mieñtiras empezaba la comida, se leía alguna historia agradable de añejas proezas, hasta que llegaba el vino; entonces unas veces seguían leyendo y otras conversaban regocijados acerca de las virtudes, propiedades, naturaleza y eficacia de (i) ^Véase nuestro Glosario,