9 de relieve mi opinión sobre esa palpitante y capital cuestión. Si la esperiencia no demostrase palpable y desgraciadamente que la mayor parte de los reyes suelen ser perjuros: si estuviera firmemente persuadido que no se habían de falsear las bases de una sabia constitución; que no habia de penetrar la ponzoña, la corruptibilidad en el seno de nuestros representantes, no sé si dudaría en aceptar la monarquía constitucional que considerara como una Kepública cuyo presidente fuera inamovible. ¡Pero ¡abren eso estriva la dificultad, en encontrar tales reyeay hombres tales! Por lo tanto veo como más conveniente para la prosperidad de las naciones la república federativa cuando se hallan suficientemente instruidas; pero la temo en España en la actualidad; aunque, francamente, así y todo, la prefiero á cualquiera de las monarquías hereditarias que pudieran dársenos. ¿Y cómo conciliar estos dos estremos? ¿Cómo dar lugar á que el pueblo se instruya suficientemente para la adopción de la forma republicana? Con el siguiente medio, que es el que iba á proponer. Colocar sobre las sienes de un anciano, de un decrépito, sin sucesión y con una brillante historia de hechos, tanto públicos como