Cuadro segundo. — El templo de Aftha , radiante de luz. Debajo, el fúnebre subterráneo. Radamés, solo ya, en el seno de la muerte, se acuerda de Aida, y mire usted por donde aparece Alda, que se coló furtivamente en el subterráneo para morir en brazos del joven y malogrado capitán, idea fija que realiza á los pocos instantes, mientras las vecinas de arriba danzan que es un gusto, y Amneris, vestida ya de luto, (cuyo traje tenía preparado porque veía venir la cosa) , ora sobre la tumba fría de Radamés. Telón lento.