M A M A 25 CECIL. ALF. CECÍL. ALF. MART. ANITA. ALF. oficialmente presentados, nos hemos visto muchas veces... siempre que usted ha venido a su casa en vacaciones. Soy amigo antiguo. (Anita y Marta se separan de ellos y se quedan oyendo junto a la puerta.) (Serenándose un poco.) No recuerdo. Una mujer bonita no tiene obligación de acordarse de nada...; siempre hay quien se acuerde por ella... y de ella. ¿Vamos? Es que yo... casi no sé bailar. (Ofreciéndole el brazo, que ella acepta sin saber lo que hace.) ¡Bah! Conmigo irá usted aprendiendo. ¡Ja, ja, ja! ¡Un flechazo! ¿Pero no decían... que a la madre también?... ¡Válgame Dios...: el mundo es un presidio suelto! (Salen Anita y María. Alfonso y Cecilia, del brazo, se dirigen también hacia el fondo.) (A Cecilia.) ¡Qué ojos tan bonitos y tan serenos tiene usted! ¡Dan ganas de ser santo mirándolos! (Siguen andando.) TELON ACTO SEGUNDO La misma decoración que en el primero. Son próximamente las seis de la tarde. CECIL. (Al levantarse el telón están en escena Cecilia y don Fernando. Cecilia termina de tocar al piano un preludio de Bach. Don Fernando, en traje de mañana, está confortablemente instalado en un sillón y fumando, aunque medio dormido.) (Sin levantarse del piano, pero volviendo un poco la cabeza.) ¿Te gusta? Es bonito, ¿verdad? 3