La cuna del castellano: las glosas


 

Con o aiutorio de nuestro
dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione con o
patre con o spiritu sancto
en os sieculos de lo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.
Con la ayuda de nuestro
Señor Cristo, Señor
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz
gozosos seamos. Amén.

 

Este texto, perteneciente a la glosa 89 del Aemilianensis 60 constituye el primer testimonio donde se expresa completamente y por vez primera el habla romance. El glosador improvisa este párrafo no existente en el texto original en una anotación que se da en llamar glosa.  

 

Las glosas son anotaciones, interlineadas o marginales, escritas para explicar o comentar un texto difícil. En el caso de las Glosas emilianeses se trata de más de mil anotaciones en latín, romance y vasco, interlineadas o marginales, escritas en el siglo XI en el códice latino Aemilianensis 60 con la intención principal de resolver dificultades de comprensión sintáctica, morfológica y léxica de ese texto latino.

 

El códice Aemilianensis 60 fue elaborado en pergamino y escrito en letra visigótica pausada y se desconoce su origen. Se trata de un manuscrito enigmático por distintos motivos. Por un lado no se trata de una pieza unitaria, sino de un volumen facticio con textos de diversos contenidos, si bien es posible que existiera un hilo conductor. Fue creado hacia el s. IX con cuadernillos de diferentes orígenes lo que le da un aspecto algo descuidado y rudimentario. Pero a pesar de ello este códice debe su interés a las adiciones o anotaciones incorporadas en fechas posteriores, que constituyen las primeras muestras de la lengua castellana y, en menor proporción, de la eusquera (glosas número 31 y 42).

 

Fue D. Manuel Gómez Moreno, quien transcribió todas las glosas y las envió a Menéndez Pidal para que diera su opinión al respecto. Fue el propio Pidal el que posteriormente establecería que estas glosas fueron escritas a mediados del s. X.

 

En marzo de 1821, durante el Trienio Liberal, órdenes superiores del Jefe Político de Burgos hicieron salir del Monasterio de San Millán de la Cogolla las obras más antiguas. Un total de 72 ejemplares de códices góticos, galicanos e incunables, entre los cuales se hallaba el Aemilianensis 60 que se guardarían en Burgos hasta 1872. En 1951 fue remitido a la Real Academia de la Historia en virtud de la aplicación de la legislación relativa a la desamortización de los bienes eclesiásticos